Tuesday, May 21, 2019

El hombre y la técnica - Oswald Spengler

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Contribución a una filosofía de la vida

http://www.libreria-argentina.com/libros/oswald-spengler-el-hombre-y-la-tecnica-contribucion-a-una-filosofia-de-la-vida.html
9788423907212
96 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm. 
Ediciones Sieghels
2015, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado,

Oswald Spengler se vale de esta pequeña para determinar las claves fundamentales para comprender lo más valioso de su magnánimo postulado desarrollado en “La Decadencia de Occidente”. Dado los malentendidos a los que dio lugar su obra principal, pretende poder aplicar con mayor exactitud lo elemental de sus planteamientos aplicados ya a la morfología de las civilizaciones y su estructura orgánica.
En “El Hombre y la Técnica” parte de la significación que tiene la técnica para el hombre, el sentido y valor que este le da en una civilización, e incluso el rango moral o metafísico.
Para Spengler la técnica es en principio una táctica para sobrevivir, pero esta tiene una significación individual más profunda también. Con ella, en el hombre se fortalece un orgullo que nace de su espíritu creador que lo motiva a arrebatarle a la naturaleza el privilegio de ser quién dictamine el devenir de su permanencia en este mundo. Surge para darle al hombre la salvación e independencia que siempre ha anhelado. El hombre fuerte expresa en sus actos su victoria.
Sin embargo, cuando el hombre creador viene a menos y la técnica pierde su esencia surge una contraproducente adoración de la técnica y el quebranto de la voluntad del hombre ante la máquina, que ahora es la que dictamina el camino a seguir. Solo el hombre fáustico piensa, siente y vive en sus formas. Para este, es esa técnica espiritualmente necesaria; no sus consecuencias económicas, sino sus victorias. Con profética visión Spengler advierte que esta técnica entregada al materialismo y la economía se volverá contra sus creadores y desatará su propio final.
En vista de este destino, solo hay una concepción del universo que es digna de nosotros. Es nuestro deber permanecer sin esperanza, sin salvación en el puesto ya perdido. Permanecer como aquel soldado romano, cuyo esqueleto se ha encontrado delante de una puerta en Pompeya, y que murió porque al estallar la erupción del Vesubio se olvidaron de licenciarlo. Eso es grandeza. Ese honroso final es lo único que no se le puede quitar al hombre.

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