Thursday, May 23, 2019

Montañismo - Política, Alternativa al Sistema, símbolo de regeneración y vía del espíritu

Montañismo - Política, Alternativa al Sistema, símbolo de regeneración y vía del espíritu
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http://www.libreria-argentina.com/libros/montanismo-politica-alternativa-al-sistema-simbolo-de-regeneracion-y-via-del-espiritu.html
9788496246065
272 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm. 
Ediciones Sieghels
2019, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado

En el alpinismo el hombre sólo se tiene como rival a sí mismo, en las alturas inaccesibles lucha contra las fuerzas de la naturaleza y su propia debilidad. Es la prueba suprema del vencerse a sí mismo. No busca reconocimiento ni tiene otro testigo más que su compañero de cordada, con el que vivencia el más profundo sentimiento de camaradería. En la soledad y el silencio de la montaña, junto a las fuerzas puras, se bate por la única satisfacción de vencer el obstáculo que se ha impuesto, sólo por sentir su fuerza y su valentía. Ninguna actividad está tan desprovista de las contingencias humanas, ninguna es más pura, más desinteresada, más liberadora que el alpinismo. En ella el hombre debe convocar la totalidad de sus fuerzas corporales, intelectuales y espirituales, conocerlas, enfrentarlas y dominarlas. En ningún otro lado se forja tanto el carácter y la voluntad.
Como homenaje y acompañamiento de quienes sienten latir en su sangre esta forma de vida, se recopilan en este libro algunos de los escritos más profundos que se hayan realizado al respecto. Se sigue un criterio trinitario, que no sólo es sagrado, sino que también constituye la esencia del ser humano y su manifestación más sana. En relación a su espíritu, que se manifiesta con la religión o espiritualidad, se recopilan escritos que tienen que ver con el simbolismo espiritual y que entienden el alpinismo como una vía de realización del Espíritu.

Debido a su dificultad extrema, ésta atrajo siempre a la élite del alpinismo de alta montaña, cobrándose más de 40 vidas, que tal vez parezcan pocas en comparación, pero que es exactamente lo contrario cuando se tiene en cuenta que casi siempre perecieron los mejores alpinistas. Por cosas del sincronismo, tuvieron que ser dos cordadas de nacionalsocialistas los que finalmente la conquistaran. Aún más simbólico fue el que una haya sido alemana y la otra austríaca, que decidieron unirse a mitad de camino, tal como sus países en el Gran Reich ese mismo año. Sus aventuras fueron trasmitidas por la radio nacional alemana y los periódicos de la época en forma diaria. Ellos hicieron realidad el dicho del Führer, de que la palabra “imposible” sirve únicamente a los cobardes y por ello serían a su vuelta galardonados por el propio Hitler, él mismo apasionado de la Montaña, y aclamados como héroes por multitudes. 30.000 personas llenan un estadio para homenajearlos, y ellos dan la vuelta olímpica saludando brazo en alto, al estilo solar. La importancia que se le da en la educación nacionalsocialista, donde en los Ordensburg -escuelas para mandos del Partido- era una “asignatura” obligatoria, es expresada por el Dr. Robert Ley, Líder de Organización del Tercer Reich: "El triunfar de alguna manera sobre el destino constituye la expresión de todo hombre. Si se quisiese juzgar el valor material, técnico o económico de semejante acción, se la consideraría inútil, irreflexiva o incluso absurda. Pues en la cima no existen tesoros que descubrir ni desenterrar. Pero estas arriesgadas empresas son mil veces más valiosas para la humanidad y un pueblo valiente, que todas las consideraciones y ponderaciones igualmente calculadas. Si nuestro pueblo careciese en el futuro de tan audaces hombres, nuestra juventud ya no tendría un ideal que la alentase. Pues, a fin de cuentas, toda la vida no es más que una simple conquista y únicamente los récords de audacia y temeridad son los que pueden despertar y estimular a las personas perezosas e indiferentes a hacer frente a un destino y, en caso necesario, no sentirse tan apegados a la vida. Aquí es donde se halla el valor inestimable de tales hazañas".
En cuanto a las agrupaciones culturales que se posicionan como alternativa al sistema, ella ven en el montañismo a un ser que se revela contra la sociedad burguesa, cuya ley es la del mínimo esfuerzo y a la que repugna toda actividad que no reporte un tangible beneficio material. En nuestro mundo materialista, donde la búsqueda de comodidad parece ser la regla, en una época de pacifismo cobarde, en la que se ha ido perdiendo la virilidad en el hombre y en la que sus virtudes de entrega y arrojo han sido cambiadas por un sometimiento humillante a las circunstancias, el Montañismo en todas sus facetas, se nos presenta como un baluarte frente a la degeneración, y como una escuela -dura pero profunda- del hombre eterno, del hombre que busca y tiende hada la espiritualidad, que combate para alcanzar, para sí y para los demás, las más altas cimas del espíritu, y que -y esto es lo más importante- para poderlas alcanzar, no teme a la muerte, la desafía arrogante, convencido de que precisamente así llegará a una más completa apreciación de la espiritualidad. Ahí, lejos de la civilización, el hombre vuelve a ser hombre. ¡Bendito sea lo que endurece! dijo Zarathustra.
Finalmente, en cuanto a vía del espíritu, sin duda ha sido Julius Evola quien ha marcado el paso y la comprensión de estos simbolismos. Quien haya “conquistado la montaña - observa Evola - es decir, que haya sabido adecuarse a sus significados fundamentales, posee ya una clave para comprender el espíritu ario original, y luego, aquello que es propio de la ario-romanidad en todo lo que ésta tiene de severo, de puro, de monumental, una clave que vanamente se buscaría por los caminos de la simple cultura y de la erudición”. Para conquistarla es necesario una dura preparación. La Montaña, de hecho, no ama las componendas y no perdona a los viles y a los ineptos.
Desde siempre la montaña ha representado en todas las Tradiciones solares la vía para la purificación de sí mismo, y además la sede dispuesta como morada de los Dioses. Buddha incluso llega a decir que, sobre la tierra, aquello que tenía mayor semejanza con el nirvâna era la alta montaña.
Julius Evola sostenía, además, que sobre sus cimas se comprende el sentido más elevado del Imperium, es allí donde una vocación heroica se despierta casi como una irresistible fuerza de lo alto, una pura intensidad espiritual desprendida de todo lo que es agitación humana, apasionamiento, mentira, ilusión y división. Tranquila e irresistible potencia de esta luz que brilla sobre las heladas alturas. Los símbolos cobran vida, los significados profundos se manifiestan. Allí hay siempre lugares y momentos en los cuales el elemento físico y el metafísico se interfieren, y lo exterior se adhiere a lo interior. Y son como «cierres del circuito»: la luz que, por un instante, como en el punto de tales cierres, surge de ellos, es ciertamente la de una vida absoluta.

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